jueves, 5 de noviembre de 2015

lunes, 26 de octubre de 2015

haiku



Y dijo el chamán

un lado te hará crecer

el otro menguar






Pero de todos los hongos que vi, uno me atrajo de forma especial. Se trata de la amanita muscaria, cuyo color escarlata iluminaba la penumbra que reinaba bajo la copa de los árboles.

Durrell, Gerald “Cómo cazar a un naturalista aficionado”




lunes, 12 de octubre de 2015

tierra y mar



La línea del horizonte parte en dos mi emigrado corazón.
Al norte, un mar que apareció sin fondo por primera vez en mi retina inundándome de asombro.
El primer plano es la imagen del regreso sereno al olor del pasto seco y al sonido de esquilas de mi infancia.
Desde entonces soy salitre en la boca y noche estrellada.



viernes, 9 de octubre de 2015

La sementera. LUIS CHAMIZO


«Cacho e tierra que tienes entrañas
que moldean la entraña del pueblo.
Cacho e tierra que ordeñas y endulzas
y cuajas el agrio süor del labriego:
Yo te traigo la güena simiente,
la flor del granero:
trigo rubio, más rubio que el oro
que d'América trajo el agüelo;
trigo rubio que en pan convirtiera
la Jambre, si Amor no anduviera por medio.


Ten allá. Y en la paz de tus surcos,
y al calor maternal de tus senos,
que brote, que brote. Que tallos lustrosos
saluden, airosos, al paso del viento,
mostrando gozosos hermosas espigas,
Y aluego
cuando al sol el jocino relumbre
terrible, siniestro,
que humildes agachen sus testas de oro
como sí el jocino les pidiera un beso.




Cacho e tierra que tienes entrañas
que moldean la entraña del pueblo:
Dios te salve de grama y cenizo,
Dios te salve de la ira del trueno,
Dios te salve del hombre sin nombre
que trunca, cobarde y brutal, tus empreños;
Dios te salve de hechizo de bruja,
Dios te salve del ala del cuervo,
que trueca en negrillo la espiga que toca
¡Dios te salve y te dé buen tempero!»





martes, 6 de octubre de 2015

Intemperie



Se desplazaban sobre el suelo pedregoso a un ritmo tan lento que ni tan siquiera levantaban polvo.
Allí por donde pasaban,  los restos de surcos y eras les hablaban de desolación.
Besanas lavadas [...] Huertas viejas como tablas de lavar y pedernales desprendidos de los trillos con sus bordes afilados y su aspecto ceroso.


Caminó sobre los terrones duros en busca del burro, que pacía sobre recuerdos de viejos surcos.
Vestigios de que alguien estuvo allí antes que ellos intentando arrancarle al llano algo que seguía guardando con celo.
 Intemperie. Jesús Carrasco.

lunes, 21 de septiembre de 2015

fotopoema



pasa el tiempo inexorable
 una encina de tronco recio
se asoma al mundo
por la ventana del abandono.
¡Ay, molinos del Almonte
 que ya no muelen!





lunes, 3 de agosto de 2015

La mujer habitada


Alguien leía  La mujer habitada, con su hamaca atada entre los rayos de sol y el tronco robusto de la última encina de Txatxarramendi , mientras la más hermosa de las sirenas  con piel de cobre varaba en los bancos de arena de aquella ría  y seducía con su encanto al que camina despacio y con mirada atenta.

- ¡Mira qué luna!, dijo. Pero el ingenuo Ulises, que tras pasar cien años en soledad  seguiría recordando aquel instante de felicidad plena en aquella tarde remota, parecía sólo tener ojos para sus desnudos pechos. Hasta que sucedió el prodigio.

Ella le habló de otros mares que decía traían envueltos en la brisa  aromas de café recién hecho.  Las algas morenas de sus rizos se fueron secando y a su paso izaron velas  los barquitos anclados en la bahía . Resucitaron  los cuerpos de los carramarros  muertos panza arriba que arrastraba la marea cuando ella los tocaba y enmudecieron de pronto las gaviotas chillonas cuando ella lo mandaba; Las estrellas de mar encontraron sus brazos perdidos. En la isla, las bayas de los madroños enrojecieron de golpe.


Ulises el ingenuo sintió que todas las mujeres de su vida habitaban aquel cuerpo que ahora caminaba junto a él por la orilla de la playa. Todo aquello sucedió en un instante, en un profundo suspiro. Cuando llegaron a la escalera  de piedra que ascendía entre las rocas hasta el paseo arbolado de la isla, miró hacia atrás y ya no estaba. Sólo el rastro de unas huellas imborrables quedó marcado para siempre en la fina arena de su memoria.


Alguien vestía una  camiseta con un texto impreso que decía: Vivir la  Utopía.

Pronto llegará el momento de cerrar el libro para dejar que en su mente resuenen los tambores invocando a la eternidad con sus últimas palabras: nadie que ama muere jamás, nadie que ama muere jamás, nadie que ama....



jueves, 30 de julio de 2015

Ídolo de Mikeldi


     De la visita que he realizado este verano a mi añorado Euzkadi, huyendo del calor que aplana y achicharra, que difumina el contorno del cerro de La Coraja y convierte en espejismo borroso mi paisaje; del reencuentro náufrago con mis islas del tesoro_ Izaro, Akatz, Txatxarramendi_  regreso a casa con un cofre repleto de colores, sabores, aromas de mar y arena de sus playas entre los dedos de mis pies descalzos.
    Es un cofre pequeño, forrado con conchas donde caben todos mis recuerdos de infancia y adolescencia, el abrazo del amigo, la tarjeta del Euskotren, la hierba de San Juan, los besos de despedida a mis amatxus Nina y Crece, las zambullidas desde el rompeolas, la pelota vasca, el mercado de Gernika, el caserío, el aurresku bailado alrededor del kiosko en el parque de Bermeo, el pórtico de Santa Eufemia con sus monaguillos jugando al marro y montando en el burro de las lecheras, el mar sonando dentro de una caracola, las sirenas mudas de las fábricas de conserva que llamaban al trabajo a las mujeres,...
escenas antiguas envueltas en papel de vivencias nuevas.
    Rebusco en su interior y siempre descubro algo nuevo que me  sorprende. Esta vez es una foto: el ídolo de Mikeldi.


   Paseábamos sin rumbo por las calles y callejuelas adoquinadas del casco viejo de Bilbao, distraída la mirada entre el bullicio de la gente, recreándonos_ siempre me gustó esta palabra_  en los espacios abiertos de las plazoletas, en las fachadas de galerías acristaladas de sus edificios, en los escaparates de sus comercios.
   De pronto, en un rincón de la plaza Miguel de Unamuno  nos dimos de bruces con el portón del  Museo Arqueológico, Etnográfico e Histórico Vasco.
-¡Eh, mira! ¡El Museo Vasco! ¡Y la entrada es gratis hoy!
Mejor me lo pones; bastante nos costará la visita al Guggenheim para ver las exposiciones de Basquiat y el Koons de los perritos, el padre de Puppy y exmarido de la Cicciolina.
    ¡Qué grata sorpresa, qué feliz encuentro! El edificio es el antiguo colegio de jesuitas y primero de la villa finalizado allá por el siglo XVII. Nada más atravesar el portalón accedemos a un claustro austero y sobrio cuyos soportales están a rebosar de... ¡Gigantes y Cabezudos! 

                

   Deambulo entre las imponentes figuras de más de cuatro metros cámara en ristre y con la sonrisa de el niño feliz pintada en mi cara. ¡Cuántas carreras por la lamera de Bermeo en fiestas esquivando los envites con las vejigas infladas de los cabezudos!
¡Y el Gargantúa devorador de terneros y vacas! Ya no me das miedo; me meteré por el agujero de tu enorme boca y descenderé por el tobogán de tus entrañas hasta que me expulses por el trasero.
    Pero no sólo es el cortejo festivo de esta exposición lo que atrae mi atención. Mientras me muevo entre Zumalacárregui y la reina Cristina, baserritarras, aitatxis y amatxis ya mi retina hace un rato se posó en una escultura zoomorfa que ocupa el centro del jardín del claustro. La sangre vettona que llevo dentro me da la voz de alarma y muy pronto estoy saltando el cordón que protege la escultura de entrometidos como yo. La contemplo despacio y deteniendo el tiempo. Estoy ante un monumento de mi pueblo antiguo: es un verraco vettón como tantos otros repartidos por la geografía de España: en Zamora, Ávila, Salamanca, Cáceres,...


   Este ídolo tiene una singularidad que lo diferencia del resto: lleva un disco labrado entre sus patas. Le saco una foto, tan sólo una, y vuelvo a saltar el cordón evitando que ningún estricto vigilante  se vea en la obligación de llamarme la atención. Busco información sobre el Ídolo de Mikeldi (datado entre los siglos V-I antes de Cristo) en los buzones del museo, la echo un vistazo somero  y la guardo en la zamarra. 
  ¿Qué hace aquí, tan al norte y en pleno corazón de Bizcaia un símbolo de la cultura vettona? ¿En qué tipo de alfabeto estaban escritas las inscripciones ya borradas?


   Cosas de la vida; mira por dónde el que camina con paso lento y mirada atenta descubre que nunca eres el primero en llegar, que antes que tú ya hubo otros maketos y belarrimotxas a los que no les trajo el tren. Cuanto más avanzo más me voy convenciendo de que no existe frontera, que los que no nacieron en esta tierra siempre quisieron vivir felices en ella, que los pueblos del mundo son eso, hermanos, primos, una sola y gran familia y que esta Euzkadi mía cada vez está más bonita y es más humana e integradora.


¡Ah, y que Bilbo no es sólo el Guggenheim ni mucho menos! No olvidéis perderos en las Siete Calles, parar a tomar un pintxo, visitar el Euzkal Museoa y asomaros a la ría del Nervión a ver si hay mubles.


P.D. no os paséis sin pinchar en este enlace:

sábado, 4 de julio de 2015

La noche.



           Amo la noche.         
         Porque la noche        
    convierte en susurros    
 los lamentos que a gritos 
      trajo el caluroso día.     

     Me gusta la noche.      
        Porque la noche       
       construye sueños      
    con los ojos abiertos    
     de los sonámbulos.     

             Amo la noche.            
            Porque la noche          
 siembra  estrellas en el cielo 
         que sólo alcanzan          
      las manos de los niños.    





           Me gusta la noche.          
             Porque la noche            
      se perfuma con aromas       
         de jazmín y acéndera        
       y huele como mi madre.      

               Amo la noche.              
             Porque la noche             
  anima el alma de los amantes  
cuando el deseo vence al temor
             con sus caricias.             

         Me gusta la noche.         
          Porque la noche            
       sosiega en su quietud      
  los afanes que despiertan    
  a las claras de un nuevo día.




miércoles, 10 de junio de 2015

La rosa de Alejandría.



Me preparo para salir al campo y regresar con un buen reportaje sobre la peonia. Ella justifica por sí solo la puesta en marcha de una nueva ruta de senderismo en Aldeacentenera poniendo en valor una de las joyas botánicas por excelencia de nuestra tierra cuya floración se está convirtiendo en una especie de peregrinación para sus amantes hasta el entorno en que  habita esta planta.
Mi primer encuentro  con la belleza de esta planta debió ocurrir en el inmemorial tiempo de la infancia; tal vez en las umbrías de los Valbellíos, a los pies de sus robustos robles, donde mis padres me criaron respingando libre junto a mis hermanos del alma, cuando consideraba que todo aquello que crecía hermoso a mi alrededor debía  acarrearlo pa'l chozo, al menos una muestra. ¡Cuánta fuerza tiene la belleza compartida!



Tuvieron que pasar muchas primaveras para volver a encontrarme de nuevo con ella en el Monte de Cuarcita, muy lejos de La Mar Salada bermeana, donde se acababan los caminos y empezaban las estelas. Y es que es planta de tierras meridionales.
Su belleza me sorprendió de nuevo en el puerto de Berzocana camino de la escuela en un paraje escondido de la sierra al que poco tardé en considerar uno de mis favoritos y  ponerle nombre:el rincón de las hadas.
 Allí crecían junto a otras muchas especies de flores, la hierba de San Juan que está por encima de todo lo imaginable, el asphodelus albus que alimenta a los muertos, la humilde guija tuberosa,... Allí paraba a recolectar moras en septiembre y castañas  en noviembre. Allí me topé con aquella extraña mujer que  salió de pronto de la espesura con su cesta de mimbre repleta de plantas mágicas y que me asustó tanto que hizo que me escondiera como un niño chico  y temeroso. Allí llevaba a mis hijos a asar los calbotes de Los Santos y era una pelea regresarlos porque siempre querían quedarse a construir una cabaña en la que pasar la noche. 
Allí las descubrí un día de  mayo cuando comienzan a asomarse las flores de la Rosa de Alejandría como si  los duendes del bosque las hubiesen sembrado la noche antes para mí, una alfombra natural de peonias convocadas por el embrujo polinizador. ¡Difícil describir tanta emoción, tanto sobresalto! 


Y desde entonces tengo una cita con la rosa albardera todos los primeros de mayo. Ella siempre acude, yo a veces falto ocupado en menesteres menos bucólicos. Es difícil expresarlo con palabras; Hay que disfrutarla en la sierra, tenemos la suerte de que brote en nuestra tierra y por lo tanto el deber de conocerla, enseñarla y sobre todo respetarla. No quedan muchas y, aunque en territorios como las Villuercas, la Siberia y otras sierras y montes de Extremadura son fáciles de encontrar, están en franco retroceso.
Son una especie botánica muy característica a la que deberíamos tener una consideración y al menos un cariño especial. En el campo debemos tratarlas con mucho mimo contemplándola con el mayor de los respetos, procurando no dañarla y por supuesto no debemos cortarla ni arrancarla.


A mi personalmente me recuerda a la hermosura de una rosa cultivada.
El nombre chino de la peonia es "sho yu" y su significado es "la más bonita".
Por nuestras tierras la conocemos por rosa albardera, del árabe "al ward" que significa "la rosa".
Si el nombre de las flores lo dice todo de ellas, fijaos lo poderosa que será esta planta para que tenga tantas denominaciones en castellano:peonia, albardera, cuernos, duelecabezas, escaramondamanos, escaramón, flor de la epilepsia, flor de la maldita,  flor de rejalgar, flor del diablo, flor maldita, hierba de la almorrana, hinchagüez, hinchamanos,  pata de gallina, pata de gallo, matagallina, pedonia, peonia, peonia real, peonía, peonía macho y hembra, peronía, perruna, pionea, pionia, pionía, pionía de los matorrales, polonias, ponea, quemaojos,  rosa, rosa albardera, rosa cagalerosa, rosa de Alejandría, rosa de Santa Clara, rosa de Santa María, rosa de lagarto, rosa de lobo, rosa de monte, rosa de rejalgar, rosa de sarna, rosa del diablo, rosa del monte, rosa macho y hembra, rosa maldita, rosa mojosa, rosa montesa, rosa montesina, rosa montés, rosa peonía, rosa perruna, rosa puposa, rosa silvestre, rosa del diablo, rosón, rosón del diablo, saltaojos, tamo real, tufona, yerba casta, yerba de Santa Rosa y más....

Permitidme ahora que os descubra algunas cosillas interesantes de conocer sobre la peonia.
Fueron los sabios griegos quienes descubrieron sus propiedades y la llamaron Planta que Emana de la Luna o Planta Divina. 
Su nombre latino Paeonia le fue dado en honor a Peón, el médico de los dioses, el que curó al dios Ares cuando resultó herido en la guerra de Troya, el que curó a Hades de la herida provocada por un flechazo de Hércules.
Los padres de la medicina griega (Hipócrates, Dioscórides, Teofrasto) o latinos como Plinio describieron esta planta analizando sus propiedades curativas.
Plinio El Viejo, médico romano, creía que el olor de las Peonías producía dolor de cabeza (duele cabezas es uno de los nombres con los que la sabiduría popular la menciona)  pero curaban de las pesadillas provocadas por los faunos.



Antiguamente la creían propicia para ahuyentar espíritus, alejar tempestades y preservar las cosechas.
Se recolectaba por sus especiales propiedades medicinales y para rituales supersticiosos. Mencionaban, que esta extraordinaria flor podía aliviar los dolores del alma. En China se utilizaba como droga que poseía la capacidad de llevarnos entre el Ying y el Yang de forma controlada.
También es tradicionalmente utilizada como amuleto y forma de espantar los malos espíritus. Con sus semillas rojas y negras se hacían collares con los que neutralizar los espasmos de los epilépticos.
Entre sus propiedades medicinales destacan la de reducir inflamaciones, disminuir la presión sanguínea, bajar la fiebre, prevenir los dolores de vejiga y riñones así como ayudar a  fertilizar actuando contra el síndrome del ovario poliquístico.


El análisis químico de las semillas de peonía ha puesto de manifiesto que contienen mucho aceite (un 25 %) y un alcaloide conocido como peregrinina aunque esto último está pendiente de estudios más profundos sobre las propiedades terapéuticas de esta planta.
Las espesuras de Valdeagudo, territorio vetón, bosque sin hollar, entre encinas y jarales, son propicias para que esta mágica planta se nos manifieste en toda su belleza y esplendor. Muy cerca de nuestro pueblo, formando parte de nuestro paisaje, se nos ofrece una de las más espectaculares floraciones que nuestros ojos puedan contemplar.
Somos afortunados de tenerte y conservarte entre nosotros, Rosa de Alejandría, la más bonita.
Bien te conoce el que camina con la mirada atenta.


   




lunes, 18 de mayo de 2015

haiku


en este banco
se sienta la soledad
de un pueblo en siesta




se mueve el aire
a la sombra del roble
descanso un rato



miércoles, 15 de abril de 2015

Grito animal.


En la lucha del Bien contra el Mal, siempre es el pueblo quien pone los muertos.

Esta aplastante sentencia es uno de los muchos pensamientos humanitarios que nos dejó en vida, como un fueguito para siempre encendido, Eduardo Galeano, el escritor uruguayo fallecido el pasado lunes.

El siguiente texto, que he decidido hacer mío, a mi manera, también forma parte de su legado. Dice así:

Un niño de tres años comentó: “El mundo no sabe dónde está su casa”. Estaba mirando un mapa.

Podía haber estado mirando esta dura imagen captada por el niño que llevo dentro y que camina con la mirada atenta en uno de esos no siempre hermosos y benévolos parajes de nuestra sierra villuerquina.


                                     

sábado, 21 de febrero de 2015

frío


Esta noche
son mis manos
como aves
que no saben
dónde posar
el vuelo de sus caricias.


Esta noche
es mi boca
una puerta
que cerrada
a cal y canto
ya presienta
el asalto de tus labios.

Y se vence y se rinde
Y se abre y te espera...
y no llegas.


domingo, 18 de enero de 2015

microrrelato


 El embargo. 

  Antes de que llegaran con la orden de desahucio  

  ya había tirado la casa por la ventana. 

  A continuación, lanzó su cuerpo al vacío.  




libertad de expresión


Si he nacido para ser libre y en ello estoy, ¿por qué pretendéis imponerme vuestros sagrados dogmas- que al fin de cuentas no son sino una opinión- o de lo contrario os sentís legitimados en nombre de vuestro dios a cortar mi lengua y cercenar mis dedos manchados de tiza, que nunca mi pensamiento?

Si vosotros podéis vivir manifestando vuestras creencias, ¿por qué a mí me habéis de dar muerte por poner en práctica la mía: la de la libertad del otro para opinar aunque yo no comparta su opinión?

¡Qué difícil nos resulta defender el derecho de la gente a decir lo que no queremos escuchar!


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