En una isla de manzanilla nacieron cuatro hermanas:
la Salud, la Fuerza,
la Calma y la Paciencia
Hace mucho tiempo, cuando los Mapuches vivían en las tierras frías del Sur, un puma enorme acechaba constantemente su poblado. Durante la noche se escondían en sus chozas y al llegar el amanecer no se alejaban demasiado.
Un día, los niños del pueblo enfermaron.
No comían y tenían dolores de estómago. Como el puma siempre rondaba cerca
nadie podía ir a pedir ayuda a otros pueblos vecinos. Una joven mamá,
triste porque su hija no se recuperaba, decidió alejar al puma del lugar. Se
puso un hermoso vestido blanco, se colgó collares, se colocó brazaletes y
una cinta de color amarillo que sujetaba su hermosa cabellera. Esperó a que
llegara la noche.
Entonces salió al medio del campo y en un lugar muy visible se quedó quieta y
en calma. No tuvo que esperar mucho. La ropa y los adornos pronto llamaron la
atención del fiero animal, que comenzó a perseguirla.
La joven madre corrió y corrió, intentando llevar al puma lo más lejos posible.
Cuando ya no pudo seguir, desfallecida, se arrodilló y levantó sus
brazos agradeciendo a los dioses la ayuda que le había permitido apartar el
peligro de su gente.
Los dioses quisieron premiarla por su sacrificio y,
en el momento en que el puma se abalanzaba sobre ella, la convirtieron en una
planta medicinal de pequeñas flores con hermosos pétalos blancos y un radiante disco
amarillo en su centro.
Así
fue como los dioses crearon la manzanilla y como los hombres, usando esta
planta, curaban a sus hijos, desde tiempos inmemoriales, cuando los Mapuches
aún vivían libres en las tierras del Sur.