Se acaba el verano. Vete despidiendo, Yaki, de los higos de ámbar y de las moras que te
dejaban una sonrisa dulce en el paladar. Aprovecha el tiempo que vives ahora y
juega. Juega con las mariposas que de los árboles arranca el viento. Mira al
cielo aún claro y despejado para que tiña tus pupilas de azul todo el invierno.
Pronto pasarán las grullas volando y gritando. ¡Qué pronto pasa el tiempo del
asombro, Yaki! Ya vas ejerciendo de guardián en tus ratos libres.
Cachorro
llegaste, devorador de mapas y de comics de Mafalda, amigo público de gatos que
se espantan y no entienden tus afanes. Ya te conoces los caminos de la sierra y
ladras al campanillo del ocaso que suena en las rastrojeras. Cuando el frío del
invierno llame a la puerta no te asustes.
Déjale que pase y se tumbe contigo al calor de la lumbre.