- Otro año más que recoges el
fruto a tu melocotonero, padre. No te quejes. Date
prisa y no los tientes tanto que nos va a dar San Bartolo y no hemos acabao.
-Déjame que saboree el momento, hijo. A ti también se te acabarán las
prisas algún día.
Si ella los pudiera ver!
Si ella los pudiera ver!
-Nos está viendo, padre; nunca
nos quita ojo.
-¿Y ahora qué? ¿mermelada, en
almíbar, orejones?
- Estos los meto en el Renault 4 y mañana martes los estoy vendiendo a
los paisanos en el mercado de Bermeo, que los tengo tupíos de queso, chorizos y
aceitunas.
-¡Sí, ya quisieras tú!
- Bai ¡Qué tiempos aquellos! Los
tocaos para los guarros de Israel y ponme unos cuantos de los más bonitos en
esa cuba que se los voy a llevar a Goya, la vecina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario