VIAJAR
Dicen que un viajero
sin capacidad de observación es como un pájaro sin alas.
También dicen que dentro de veinte años estarás más decepcionado de las cosas que no
hiciste que de las que hiciste. Así que desata amarras y navega alejándote de
los puertos conocidos. Aprovecha los vientos alisios en tus velas. Explora.
Sueña. Descubre.
Comentan que viajar es una brutalidad. Estás todo el tiempo en desequilibrio. Nada
es tuyo excepto lo más esencial: el aire, las horas de descanso, los sueños, el
mar, el cielo; todas aquellas cosas que tienden hacia lo eterno o hacia lo que
imaginamos como tal.
Hay quien asegura que viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios,
la intolerancia y la estrechez de mente.
En algún lugar leí que todos los viajes tienen destinos secretos sobre los que el viajero nada
sabe.
Extasiado y pequeño ante la belleza de un paisaje desconocido escuchaste una voz sabia que decía :“Cuando
salgamos del enfrascamiento de nuestro propio ego y escapemos como
ardillas de la jaula para volver nuevamente al
bosque, temblaremos de frío y de miedo. Entonces nos pasarán cosas que harán
que no sepamos quiénes somos. La vida, fresca y reveladora, se nos adentrará”.
Y al regresar de tu viaje comprobaste que nadie se da cuenta de lo hermoso que es viajar hasta que vuelve a casa
y descansa sobre su almohada vieja y conocida.
El viaje. Mirador y playa de Torimbia (Asturias) 11 de febrero de 2017.
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